domingo, 5 de mayo de 2013

Muddy Waters: el hombre que sembró la semilla del rock

Se cumplen 100 del natalicio del genio del blues, Muddy Waters, inspirador de los Rolling Stones.

Dr. Rock / El Tiempo

Muddy Waters puede ser considerado, sin duda alguna, el verdadero padre del rock. La mejor forma de sintetizar su influencia en el nacimiento y primeros pasos del rock es con el título de una de sus canciones: The Blues Had A Baby And They Named Rock And Roll (El blues tuvo un niño y lo llamaron rock and roll).

McKinley Morganfield era su verdadero nombre, pero su afición a revolcarse en los lodazales hizo que su abuela lo llamara ‘Muddy Waters’ (‘Aguas embarradas’).

Algo de ese apodo se filtró a lo que han manejado los roqueros desde entonces: su pose de macho conquistador; sus letras dirigidas al sexo más que al amor (a las relaciones prohibidas, a los amores clandestinos y aventureros); el sonido contundente, la guitarra casi llorona, el trago y las sustancias elevantes; la superstición, la humilde soberbia. Así lo ratifican canciones suyas como Little Red Rooster, Champange and Reefer, Whisky Blues, I’m A King Bee, Whisky No Good, County Jail, Forever Lonely, Blues For Hippies, Long Distance Call y decenas más.

Solo hay que recordar el título Rolling Stone Blues, que sirvió de nombre a la más famosa banda de música de todos los tiempos, y para la revista de musical más conocida, Rolling Stone. También inspiró el tema de Bob Dylan Like A Rolling Stone.

Heredero de Robert Johnson y Son House, Muddy Waters se convirtió, sin buscarlo, en uno de los músicos más importantes del siglo XX y su influencia se ha sentido profundamente en variados géneros: rock ’n’ roll, soul, rhythm & blues, hip hop, folk y rock.

Desde los 5 años comenzó a tocar la armónica, las latas de kerosene y un destartalado acordeón que había en casa de su abuela. Su primera guitarra la compró a los 17 pero todos reconocían en él a un gran cantante. Lo que ganaba como aparcero escasamente le alcanzaba para sobrevivir, por lo cual debía “rebuscarse” dinero extra.

De mente abierta a las cosas nuevas, en un tiempo y lugar en el que todo el mundo se movilizaba a caballo, se compró un Ford 1934 para transportar a sus vecinos. También recogía botellas que les vendía a los contrabandistas de licor, e incluso, más tarde llegó a tener su propia destiladora clandestina.

Cuando Muddy tenía 28 años, a la plantación Stowall llegaron Alan Lomax y el musicólogo afroamericano John Work III, de la Universidad Fisk, con la intención de grabar voces y sonidos representativos de la influencia negra en el sur estadounidense.

Financiado por la Biblioteca del Congreso, Lomax llegó al delta del Misisipi en busca de una leyenda llamada Robert Johnson, sin saber que había sido asesinado años antes. Pero se encontró con Waters, quien se había unido al grupo de Son Simms como cantante.

Simms dominaba varios instrumentos y le enseñó a Muddy los secretos de la guitarra, especialmente a sacarle quejidos presionando las cuerdas con un cuello de botella, técnica –dominada por Son House– que luego se conocería como Bottleneck y que hoy se denomina slide.

Así convirtieron la pequeña choza de Muddy en estudio musical, con la pesada grabadora portátil montada en el baúl del auto de Lomax y, entre el 24 y el 31 de agosto de 1941, se hizo la primera grabación de Muddy Waters.

“Realmente fue la primera vez que me escuché a mí mismo, nunca había oído mi voz. Yo cantaba, cantaba como lo sentía, por ser la forma como siempre cantábamos en Misisipi. Cuando mister Lomax me hizo escuchar la grabación pensé, hombre, este muchacho sabe cantar el blues y quedé sorprendido, porque no sabía que podía cantar así”, le contó al investigador del blues Paul Oliver, al recordar aquel día.

De aquella sesión quedaron tres canciones. Lomax volvió al año siguiente y grabó 15 tomas más. Si bien, desde su niñez había sido llamado Muddy Waters, no se sentía seguro de usar este nombre y las grabaciones de la Biblioteca del Congreso fueron acreditadas con su nombre de pila.

Emocionado, Muddy partió hacia San Luis donde se desencantó y retornó a la plantación para luego partir, en 1943, rumbo a Chicago para no regresar nunca más.

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