domingo, 23 de septiembre de 2012

Ofrece Bunbury una noche apasionada en Monterrey


Enrique Bunbury se transformó en un verdadero "Licenciado Cantinas" que obsequió canciones melancólicas y cargadas de dolor. 

Aracely Chantaka

 El licenciado Cantinas presentó todos sus argumentos: buena música, un show impecable, entrega en el escenario y el resultado fue una noche en donde Enrique Bunbury se colocó como un artista de esos que logran la pasión y adoración de su público.

El ex vocalista de Los Héroes del Silencio se presentó el sábado en el Auditorio Banamex, en donde logró reunir a unos 7 mil 500 admiradores que disfrutaron de una parada de su gira “De Cantina en Cantina”.

El cantante se rencontró con los regiomontanos que siempre han sido un público fiel que ha seguido su trayectoria.

La noche fue especial con tintes de bohemia, entre amigos, pero con una superproducción que hizo más lucidor el espectáculo, que comenzó a las 21:15 horas.

Acompañado de los integrantes de su banda Los Santos Inocentes, el español salió a escena para interpretar en primera instancia: “Llévame”.

Desde un principio, el público se le entregó y lo recibió con un coro multitudinario que decía “Enrique, Enrique, Enrique”.

El primer título de la noche fue como una invitación, una provocación y bueno, el público aceptó gustoso y se llevaron a Enrique tatuado en su corazón y en su recuerdo.

Las mujeres estaban extasiadas con la presencia del artista, que movió su cuerpo de manera sugerente y sexy.

Fueron más de dos horas de concierto las que regaló Bunbury a sus admiradores que con paciencia tuvieron que esperar que “El Licenciado Cantinas” regresara a estas tierras.

"Monterrey, muchísimas gracias a todos por venir. Es un placer estar con todos ustedes. Veníamos con un puñado de canciones cantineras, melancólicas y revolucionarias. Esperamos que el repertorio que hemos seleccionado esta noche para ustedes sea de su agrado", dijo a manera de saludo el espigado cantante.

Bunbury vistió para el encuentro con los regios un traje negro con un estampado que parecían flamas, botines negros y traía su cabello alborotado.

Otros de los temas que desfilaron por el repertorio fueron: “Si No Fuera por ti” y “La Señorita Hermafrodita”.

Cada una de las canciones fueron coreadas por un público fiel que demostró que los años podrán pasar, 

sin embargo Bunbury sigue en su preferencia musical.

De su producción “Licenciado Cantinas” no tardó en llegar la primera descarga “Odiame”, que en su tiempo fue un gran éxito de Julio Jaramillo.

Las canciones fueron como él lo prometió melancólicas, revolucionarias y hasta cargadas de rencor como “Puta Desgraciada”.

Bunbury conserva esa figura estilizada y no sólo eso sino también su desenfado para pasearse en el escenario, seguro de sí mismo y sabedor de que es adorado por las masas.

Luego del recuerdo de la rola del disco “El Tiempo de las Cerezas”, el Banamex se transformó en una garganta monumental para entonar con dolor “Animas que no amanezca”.

El público estuvo conformado, en su gran mayoría, por contemporáneos de Bunbury, de esos que atestiguaron sus primeros pasos por el mundo de la música y desde un inicio se engancharon con su propuesta.

Enrique Ortiz de Landázuri Yzardu, mejor conocido, como Enrique Bunbury, se entregó esa noche totalmente en el escenario y el público se lo agradeció con al pasión que desbordaron por él.

También incluyo en su set list "Sácame de Aquí", "Que Tengas Suertecita" y "El Día de mi Suerte".

Para despedirse escogió “El Hombre Delgado que no Flaqueará Jamás” cuando el reloj marcaba las 22:40 horas.

Sin embargo, sus fervientes admiradores no lo dejaron ir así nada más y regreso con “Bujías para el Dolor”, una “rola” de esas de las que han hecho historia en su carrera.

Tras “Las Cosas Olvidadas”, “Infinito”, “El Rescate”, “Las Consecuencias” y “Al Final” terminó el concierto que dejó muy bien parado ante su público al “Licenciado  Cantinas”.

Lo que se vivió: 

El grito incesante de “Enrique, Enrique”.

El público que acudió con sombrero a su estilo.

La entrega de Bunbury

La pasión desbordada de un público que lo adoró.

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