El presidente Barack Obama concedió los mayores honores civiles de Estados Unidos al músico Bob Dylan, a la novelista Toni Morrison y a otras 11 personas a las que describió como sus héroes por sus poderosas palabras, canciones y acciones.
“Lo que diferencia a estos hombres y mujeres es el impacto increíble que han tenido en tanta gente - no a corto plazo, sino de manera constante, a lo largo de toda su vida”, dijo Obama en la entrega de la Medalla Presidencial de la Libertad en una ceremonia repleta en la Casa Blanca.
“Han enriquecido nuestras vidas y las han cambiado para mejor”, dijo. Además de figuras políticas conocidas como la antigua secretaria de Estado de Estados Unidos, Madeleine Albright y el presidente de Israel Simon Peres, Obama rindió homenaje a varias personas menos conocidas por su trabajo en materia de derechos civiles y salud pública.
Recordó haber leído sobre una de los ganadoras del premio, la activista sindical Dolores Huerta, cuando empezó como organizador comunitario y dijo que John Doar, un alto cargo del Departamento de Justicia durante la década de los 60, por haber sentado las bases para la igualdad social y el derecho de voto en Estados Unidos.
“Y pienso que es justo decir que yo no estaría aquí si no hubiera sido por su trabajo”, dijo Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos, al público presente en la Sala Este.
También se deshizo en elogios con la entrenadora de baloncesto de la Universidad de Tennessee recientemente retirada Pat Summitt por haber sido una fuente de inspiración para sus hijas y una defensora valiente de aquellos, que como ella, están sufriendo Alzheimer.
Entre el resto de honores se incluyó el de William Foege, que lideró la batalla exitosa para erradicar la viruela, Gordon Hirabayashi, que luchó contra el internamiento de americano-japoneses en la Segunda Guerra Mundial.
“Lo que diferencia a estos hombres y mujeres es el impacto increíble que han tenido en tanta gente - no a corto plazo, sino de manera constante, a lo largo de toda su vida”, dijo Obama en la entrega de la Medalla Presidencial de la Libertad en una ceremonia repleta en la Casa Blanca.
“Han enriquecido nuestras vidas y las han cambiado para mejor”, dijo. Además de figuras políticas conocidas como la antigua secretaria de Estado de Estados Unidos, Madeleine Albright y el presidente de Israel Simon Peres, Obama rindió homenaje a varias personas menos conocidas por su trabajo en materia de derechos civiles y salud pública.
Recordó haber leído sobre una de los ganadoras del premio, la activista sindical Dolores Huerta, cuando empezó como organizador comunitario y dijo que John Doar, un alto cargo del Departamento de Justicia durante la década de los 60, por haber sentado las bases para la igualdad social y el derecho de voto en Estados Unidos.
“Y pienso que es justo decir que yo no estaría aquí si no hubiera sido por su trabajo”, dijo Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos, al público presente en la Sala Este.
También se deshizo en elogios con la entrenadora de baloncesto de la Universidad de Tennessee recientemente retirada Pat Summitt por haber sido una fuente de inspiración para sus hijas y una defensora valiente de aquellos, que como ella, están sufriendo Alzheimer.
Entre el resto de honores se incluyó el de William Foege, que lideró la batalla exitosa para erradicar la viruela, Gordon Hirabayashi, que luchó contra el internamiento de americano-japoneses en la Segunda Guerra Mundial.
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