Carlos Escobedo, cantante de Sôber, asegura que el grupo «lo dará todo» en su primer concierto en la isla de Eivissa
Pep Tur / Eivissa
La banda madrileña Sôber se formó en Madrid en 1993. Tras algún pequeño cambio en la formación y una separación del grupo en 2004, el cuarteto volvió a coger fuerzas hace apenas dos años y llegará este sábado a Eivissa al Sant Pepe Rock para presentar su disco Superbia. Carlos Escobedo, cantante y bajista, asegura que el grupo «lo dará todo» sobre el escenario.
—¿Cómo definiría ‘Superbia’, su reciente disco?
—Para nosotros es un disco que ha marcado la cofirmación de nuestra vuelta, del sonido que hemos tenido en mente y que hemos podido enriquecer con la experiencia. Es una vuelta mejorada al origen.
—¿Qué puede esperar el público ibicenco del concierto del sábado?
—Será la primera vez que vengamos a la isla a tocar y tenemos esas expectativas de ver cómo reacciona el público, de cómo funciona el rock en un lugar como Eivissa. Tenemos esa incertidumbre. Mucha gente del rock, cuando les dices que vienes a la isla a tocar, dicen que no han venido porque la isla no es muy rockera. Se tratará de echarlo todo para adelante. Lo daremos todo sobre el escenario y veremos como lo afronta el público.
—Su primera maqueta fue ne inglés, aunque luego escogieron el castellano para su primer disco. ¿por qué?
—Muchas de las bandas cuando arrancan se basan en sus referentes. Para la música que nos ha gustado siempre no había muchos referentes en España, todo eran grupos anglosajones. El idioma, de algún modo, no fue definido por la cercanía, sino por el sonido que queríamos. Más tarde nos dimos cuenta de que queríamos transmitir cosas con nuestra música y para ello debíamos hacerlo en nuestra propia lengua. Fue un momento arriesgado para la banda, porque en inglés era una cosa y en castellano te acercabas a bandas como Héroes del Silencio y nosotros arriesgábamos con nuestro estilo y con guitarras muy cañeras.
—Su carrera pronto se encauzó y los éxitos fueron llegando. ¿cómo tomaron la decisión de separarse?
—La separación fue necesaria. Cada día que pasa soy más consciente de que fue muy acertada. Si entonces hubiéramos continuado habríamos llegado a un punto en que quemaríamos la banda. Llegaba la monotonía, no había descanso ni tiempo para asimilarlo todo, se estaba perdiendo lo que nos unió. Entonces dijimos, ‘vamos a hacer un parón’. Había cosas que no encajaban en Sôber, inquietudes por hacer otras cosas.
—¿Y el reencuentro fue fácil?
—Tan sencillo como fue dejarlo. No fue provocado. Surgió después de un concierto. Nos miramos a la cara, vimos el sonido de las dos bandas que habíamos formado tras la separación y vimos que la madre del estilo de ambas era Sôber. Nos cogió en un momento personal maravilloso, muy saneados, así que fuimos a un local de ensayo, nos pusimos a tocar y comprobamos que los temas que tocábamos salían sin problemas después de cinco años sin ensayar. La separación nos dio mucha fuerza para volver con las mismas energías que al principio.
—¿Cuáles son los proyectos de futuro de Sôber?
—Dentro de pocos días nos marchamos hacia Venezuela para iniciar una gira por latinoamérica. Queremos darle la amplitud que deseamos al grupo. Ya estuvimos dos veces en México y el público de allí estuvo con nosotros al cien por cien. Seguimos componiendo y trabajando en canciones nuevas, pero el objetivo ahora es la gira latinoamericana.
—En una época de crisis, su agenda de conciertos parece bastante saneada. ¿A qué cree que se debe?
—El rock siempre ha sido muy auténtico. Todos hemos notado la crisis, pero el público en el rock es muy fiel. Un fan a lo mejor no tiene dinero para ir a todos los conciertos, pero no pasa de moda. Hay bandas como Los Suaves que siguen teniendo un público muy fiel 25 años después de haber empezado. Además, en nuestros conciertos hemos visto que conservamos a los fans del principio, pero en las primeras filas hay chavales que eran unos niños cuando sacamos el primer disco y eso es muy reconfortante. Tu música no solo gustó entonces, sino que ahora hay jóvenes que se unen a lo que estás haciendo, que lo mantienen vivo.
—Empezaron con un disco autoproducido. ¿Es esa una de las salidas que tienen los grupos tal y como está la industria musical hoy en día?
—Una de las salidas no, la única salida. El nivel de apuesta de las compañías es cero. Mantienen los contratos que ya tenían cerrados y a los artistas más rentables bajando costes. Tengo amigos jóvenes con sus grupos que se han encontrado con productores que no han querido escuchar sus maquetas porque les decían que si le gustaban le daría aún más rabia tener que decirles que no. La figura de la gran multinacional está desapareciendo y ahora estamos como pasó en los noventa: te coges un estudio, diseñas la portada, haces unas fotos... porque nadie va a saber mejor que tú cómo quieres que sea tu proyecto.
Pep Tur / Eivissa
La banda madrileña Sôber se formó en Madrid en 1993. Tras algún pequeño cambio en la formación y una separación del grupo en 2004, el cuarteto volvió a coger fuerzas hace apenas dos años y llegará este sábado a Eivissa al Sant Pepe Rock para presentar su disco Superbia. Carlos Escobedo, cantante y bajista, asegura que el grupo «lo dará todo» sobre el escenario.
—¿Cómo definiría ‘Superbia’, su reciente disco?
—Para nosotros es un disco que ha marcado la cofirmación de nuestra vuelta, del sonido que hemos tenido en mente y que hemos podido enriquecer con la experiencia. Es una vuelta mejorada al origen.
—¿Qué puede esperar el público ibicenco del concierto del sábado?
—Será la primera vez que vengamos a la isla a tocar y tenemos esas expectativas de ver cómo reacciona el público, de cómo funciona el rock en un lugar como Eivissa. Tenemos esa incertidumbre. Mucha gente del rock, cuando les dices que vienes a la isla a tocar, dicen que no han venido porque la isla no es muy rockera. Se tratará de echarlo todo para adelante. Lo daremos todo sobre el escenario y veremos como lo afronta el público.
—Su primera maqueta fue ne inglés, aunque luego escogieron el castellano para su primer disco. ¿por qué?
—Muchas de las bandas cuando arrancan se basan en sus referentes. Para la música que nos ha gustado siempre no había muchos referentes en España, todo eran grupos anglosajones. El idioma, de algún modo, no fue definido por la cercanía, sino por el sonido que queríamos. Más tarde nos dimos cuenta de que queríamos transmitir cosas con nuestra música y para ello debíamos hacerlo en nuestra propia lengua. Fue un momento arriesgado para la banda, porque en inglés era una cosa y en castellano te acercabas a bandas como Héroes del Silencio y nosotros arriesgábamos con nuestro estilo y con guitarras muy cañeras.
—Su carrera pronto se encauzó y los éxitos fueron llegando. ¿cómo tomaron la decisión de separarse?
—La separación fue necesaria. Cada día que pasa soy más consciente de que fue muy acertada. Si entonces hubiéramos continuado habríamos llegado a un punto en que quemaríamos la banda. Llegaba la monotonía, no había descanso ni tiempo para asimilarlo todo, se estaba perdiendo lo que nos unió. Entonces dijimos, ‘vamos a hacer un parón’. Había cosas que no encajaban en Sôber, inquietudes por hacer otras cosas.
—¿Y el reencuentro fue fácil?
—Tan sencillo como fue dejarlo. No fue provocado. Surgió después de un concierto. Nos miramos a la cara, vimos el sonido de las dos bandas que habíamos formado tras la separación y vimos que la madre del estilo de ambas era Sôber. Nos cogió en un momento personal maravilloso, muy saneados, así que fuimos a un local de ensayo, nos pusimos a tocar y comprobamos que los temas que tocábamos salían sin problemas después de cinco años sin ensayar. La separación nos dio mucha fuerza para volver con las mismas energías que al principio.
—¿Cuáles son los proyectos de futuro de Sôber?
—Dentro de pocos días nos marchamos hacia Venezuela para iniciar una gira por latinoamérica. Queremos darle la amplitud que deseamos al grupo. Ya estuvimos dos veces en México y el público de allí estuvo con nosotros al cien por cien. Seguimos componiendo y trabajando en canciones nuevas, pero el objetivo ahora es la gira latinoamericana.
—En una época de crisis, su agenda de conciertos parece bastante saneada. ¿A qué cree que se debe?
—El rock siempre ha sido muy auténtico. Todos hemos notado la crisis, pero el público en el rock es muy fiel. Un fan a lo mejor no tiene dinero para ir a todos los conciertos, pero no pasa de moda. Hay bandas como Los Suaves que siguen teniendo un público muy fiel 25 años después de haber empezado. Además, en nuestros conciertos hemos visto que conservamos a los fans del principio, pero en las primeras filas hay chavales que eran unos niños cuando sacamos el primer disco y eso es muy reconfortante. Tu música no solo gustó entonces, sino que ahora hay jóvenes que se unen a lo que estás haciendo, que lo mantienen vivo.
—Empezaron con un disco autoproducido. ¿Es esa una de las salidas que tienen los grupos tal y como está la industria musical hoy en día?
—Una de las salidas no, la única salida. El nivel de apuesta de las compañías es cero. Mantienen los contratos que ya tenían cerrados y a los artistas más rentables bajando costes. Tengo amigos jóvenes con sus grupos que se han encontrado con productores que no han querido escuchar sus maquetas porque les decían que si le gustaban le daría aún más rabia tener que decirles que no. La figura de la gran multinacional está desapareciendo y ahora estamos como pasó en los noventa: te coges un estudio, diseñas la portada, haces unas fotos... porque nadie va a saber mejor que tú cómo quieres que sea tu proyecto.
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