Leopoldo Villarello Cervantes
En la Muestra Internacional de la Cineteca Nacional del 2011 se proyectó, con amplia respuesta de público, el largometraje de Tom Di Cillo acerca del grupo The Doors: “When You’re Strange” (2009).
Siguiendo esa idea de un documental referente a un mito musical, para este año, la 54 Muestra trae “Marley” (2012), realizado por Kevin MacDonald, quien debutó en filmes de ficción con “El último rey de Escocia”, tras una trayectoria importante en el campo del documental, sobre todo de personalidades del cine, poco conocida en nuestro paísñ.
“Marley” podría ser el definitivo testimonio fílmico del cantante y compositor jamaicano, tanto por la duración —casi dos horas y media— como por abarcar desde el nacimiento y los padres del músico, hasta su muerte, a la edad de 36 años, víctima de un cáncer y su legado perenne alrededor del mundo.
El filme acompasa los testimonios del periplo existencial del músico, con fragmentos de conciertos y docenas de sus canciones. Es un recorrido completo por sus interpretaciones, de sus pininos aún en la escuela, su primer conjunto y su debut en discos a los 16 años, que fue poco exitoso, justamente hasta el último excelente concierto que dio en la ciudad de Pittsburgh, a poco de que le detectaran la enfermedad terminal y tuviera que retirarse; aunque batallaría en hospitales y una clínica de Suiza varios meses antes de rendirse.
Algunos conciertos de “Marley” son platicados solamente —tal vez debido a cuestiones de derechos legales— o la música y la imagen no están sincronizadas, pero igual transmiten con fidelidad el sentimiento, el empuje del cantante, la cercanía con su público; el sentido de sus letras.
Un comentario de su viuda Rita rememora de los conciertos iniciales para unos cientos de personas en locales pequeños, a los de su etapa grandiosa en estadios de futbol ante 60, 80, 100 mil asistentes. O la curiosidad que durante años, su público mayoritario era de raza blanca, y él deseaba atraer a sus congéneres negros –de paso, el conflicto que le trasegaba por ser hijo de padre blanco y madre negra-.
De grado relevante fue su intermediación en el conflicto político y violento que por largo tiempo asoló Jamaica, con la culminación en el concierto donde reunió en el escenario a los dos líderes de los partidos en el poder y consiguió que se dieran la mano ante la multitud que llenaba el campo.
Por el documental sobrevuela la escena musical (el ska) en Jamaica, previo a la intrusión de Bob Marley; una síntesis de lo Rastafari y Haile Selassie, y la mutación de Bob hacia esa faceta religiosa y humanitaria; su exilio en Inglaterra tras un atentado; su fase de Casanova (hijos con varias parejas, aceptado por la esposa), la novia inglesa que fue Miss Mundo. Su ligue con la hija del dictador de Gabón, quien lo convenció de ir a tocar en el cumpleaños del papá.
Y entre ello, el gusto de Marley por jugar futbol (la lesión de donde sobrevendría su muerte fue un pisotón), la mansión (prestada y luego vendida por Blackwell) en que habitaba en Kingston, a donde acudían infinidad de personas por favores, peticiones, admiración.
Kevin MacDonald acopia información, sistematiza el montaje para revelar al músico y compositor, y al hombre, su pensamiento; varias de sus más celebrados “performances”; las opiniones a ratos no tan favorables de los hijos; los gratos recuerdos, visionados o platicados; y los días finales, en esa clínica de Suiza, su cuerpo y rostro vapuleado y encogido, la mirada aún con visos de los resplandores.
“Marley” comparte lo que fue Bob Marley, su influencia e importancia para su país y su gente, su legado sin fecha de caducidad.
Con la 54 Muestra Internacional de Cine abre la renovada Cineteca Nacional siglo XXI y sus nuevas salas.
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